sábado, 1 de abril de 2023

Comillas (Cantabria)

  

El capricho

La Villa Quijano, popularmente conocida como El Capricho, es un edificio modernista. Fue proyectado por Antoni Gaudí y construido entre 1883 y 1885 bajo la dirección de Cristóbal Cascante, ayudante del arquitecto reusense, por encargo del indiano Máximo Díaz de Quijano. Es una de las pocas obras que Gaudí proyectó fuera de Cataluña.

El edificio cayó en el abandono tras la Guerra Civil, estado en el que siguió pese a su declaración como Bien de Interés Cultural en 1969. En 1977 la última descendiente de los López-Díaz de Quijano, Pilar Güell Martos, vendió la propiedad al empresario Antonio Díaz quien lo restauró en 1988 y lo convirtió en un restaurante. En 1992 fue comprado por el grupo japonés Mido Development. Por último, en 2009, el edificio se convirtió en museo.


Girasoles al sol en el Capricho
La música suena incluso al abrir algunas ventanas de la casa, todas ellas diseñadas con precisos mecanismos que siguen funcionando perfectamente. En sus diseños de mobiliario interior, Gaudí demostró que la genialidad y la innovación no estaban reñidas con la practicidad.

Estatua de Antoni Gaudí, al lado del Capricho

Vista general

Plaza Joaquín del Pielago
Ayuntamiento y fuente de los tres caños

Universidad pontificia
Se trata de una de las universidades de mayor renombre de España. En ella se han formado o han impartido clase un gran número de directivos, empresarios, políticos, juristas, investigadores y altos cargos de la Administración española​. La Universidad es especialmente relevante en el ámbito empresarial: del Ranking Forbes 50 mejores CEO de España 2018​, diez eran alumnos de Comillas. Igualmente han pasado por sus aulas numerosos altos cargos de la Iglesia católica, teólogos y canonistas.


“Hall” de entrada en la Universidad Pontificia 





Palacio de los duques de Almodóvar del Río

Iglesia de San Cristóbal
Comenzó a construirse a mediados del siglo XVII (1640) tras una discusión surgida entre el pueblo y el administrador del duque del Infantado en la antigua iglesia de Comillas, su construcción finalizó a mediados del siglo XVIII, no siendo consagrada hasta el año 1831. Erigida en estilo barroco montañés, sigue el modelo de iglesias trasmeranas cómo las de Isla o Ajo. Fue la primera iglesia de estas características construida en la zona occidental de Cantabria, su planta y alzado fueron copiados por otros pueblos como Terán, Roiz y Cabezón de la Sal, cuyas iglesias son muy parecidas a la de Comillas, aunque esta las supera en dimensiones y monumentalidad. Esta protegida dentro del conjunto histórico y artístico de la villa de Comillas, que abarca todo el casco antiguo.


Capilla Panteón de Sobrellano
La Capilla-Panteón fue concebida como una catedral a pequeña escala, dotada de girola. Cumple la función de mausoleo familiar pero también de templo donde celebrar oficios en su interior. Su construcción es anterior al Palacio. El proyecto se realizó en julio de 1878 y el edificio fue consagrado el 28 de agosto de 1881, durante la visita de Alfonso XII y la reina María Cristina a la villa de Comillas.

Interior de la capilla


El Ángel Exterminador (1895) de Josep Llimona, esculpido en mármol, símbolo de Comillas. Está situado en una de las ruinas de la iglesia medieval gótica


Estatua del Sagrado Corazón



Palacio del marqués de Comillas
El palacio de Sobrellano, también conocido como palacio del marqués de Comillas, fue obra del arquitecto catalán Joan Martorell quien lo construyó por encargo del primer marqués de Comillas, Antonio López y López, acabando las obras en el año 1888. Este grandioso edificio de estilo neogótico con ciertos aires venecianos es de planta rectangular y posee en el interior muebles de Antonio Gaudí y pinturas de Eduardo Llorens. En el exterior hay esculturas de Joan Roig.

Una de las 13 chimeneas del palacio

Escalera interior del palacio




Monumento erigido en honor a Antonio López y López, primer Marqués de Comillas

Cementerio

Arquitectura montañesa



Blasón de Comillas
El escudo es de forma cuadrilonga, con la punta redondeada de estilo español. En campo de azur una torre de oro almenada y mazonada, aclarada de azur, sobre unas rocas en su color natural y siniestrada de una nao de vela, también en su color natural que con la proa ha roto una cadena de sable que sale desde la torre al flanco izquierdo del escudo; todo sobre ondas de agua de plata y azur, puestas de punta. Timbrado con la corona Real Española.​

La parte histórica del escudo reproduce el emblema de la conquista de Sevilla por marinos cántabros, en 1248, con la torre (representando la Torre del Oro) y una nave que rompe con su proa las cadenas que cerraban el paso por el río Guadalquivir (representando el puente de barcas atadas por cadenas que entonces unía Sevilla y Triana). Simboliza los ocho siglos de actividad que caracterizaron a la Cantabria marítima.

Por ese transcendental suceso, a cuyo fin contribuyeron las villas gallegas y del Cantábrico, aportando las naves y sus dotaciones, las cadenas que rompieron las naves de Bonifaz pasaron a figurar en la heráldica de muchas de aquellas villas marineras, que se disputan la naturaleza de las dos naves que realizaron la temeraria hazaña.
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La peculiar orografía de Comillas, con numerosas simas y cavernas, propició el asentamiento hace miles de años de hombres primitivos que vivieron y expresaron su arte representando pinturas y figuras con técnicas y coloridos extraordinarios.

Cueva de La Meaza
Situada en el municipio de Comillas, en Ruiseñada, tiene una gran sala inicial con indicios magdalenienses, azilienses y de la Edad del Bronce. Presenta una pintura abstracta formada por líneas sinuosas de puntuaciones en rojo y una mano en negativo, casi con seguridad Paleolíticas.

Cuevas de Portillo
Situadas en el límite entre Comillas y Ruiloba, algunas tienen una gran profundidad y numerosas galerías. Se han encontrado numerosos concheros de origen Neolítico, lo que demuestra la actividad pesquera que ya realizaban en la prehistoria, fue una cultura muy especializada en el marisqueo aunque también cazaba, por lo que se buscó asentamientos que tuvieran cerca la montaña y la mar.

Mina Numa
Situada en La Molina (Ruiseñada) esta mina explotada desde la antigüedad y en la que se han encontrado utensilios y monedas de época romana, así como un ara dedicada al dios Júpiter. También se han encontrado restos de puntas de flechas.

Edad Antigua
A esta época pertenece el castro de la Peña del Castillo situado a tres kilómetros antes de entrar en la zona urbana de Comillas. Se conservan los restos de su muralla entremezclados con los restos del castillo que fue erigido en época medieval.

Aunque los romanos estuvieron en Comillas no se conoce como villa hasta la Edad Media, ya que era un lugar de tránsito donde los romanos no edificaron gran cosa. Lo que se conoce como la villa de Comillas consolidada se da a conocer en el siglo X y XI en plena Edad Media (entre los años 900 y 1000) donde se empiezan a construir viviendas, por donde hoy está el barrio de Velecio.

Edad Media
Los documentos más antiguos relativos a Comillas datan del siglo XI, aunque la mayor parte de ellos se perdió tras un incendio en la Casa Consistorial. Su historia aparecía documentada en el año 1088, al formar su población gentes de behetría, que desempeñaban la condición de hombres libres que disfrutaban la facultad de elegir señor a quien quisieran sin otra restricción que hacerlo entre los descendientes de un determinado linaje, vinculado con la Casa de la Vega.

En 1492, al morir en Valladolid Leonor de la Vega, Íñigo López de Mendoza, obtuvo en 1444 del rey Juan II de Castilla el título de marqués de Santillana. Tres años después también le asignó ese monarca las localidades de su jurisdicción, entre las que figuraba la villa de Comillas

Garcilaso I de la Vega edificó a comienzos del siglo XIV una torre (conocida en la villa como El Torreón) junto al surgidero de Comillas, para disputar a San Vicente de la Barquera su dominio marítimo en ese sector de la costa. Tras el Pleito de los Valles, la villa pasó a formar parte de la realenga Provincia de Nueve Valles. Históricamente este municipio fue uno de los cuatro que integraban el Alfoz de Lloredo, que a su vez era uno de los famosos nueve valles que pleitearon contra los marqueses de Santillana en defensa de su condición de realengo.

Edad Moderna
Cuenta la tradición, entrado el siglo XVI, que el templo donde actualmente se sitúa el cementerio (antigua iglesia gótica) fue abandonado por la población tras un percance suscitado durante la misa mayor de un domingo entre varios vecinos y el administrador del duque del Infantado, por la cesión de unos asientos reservados a los feudatarios de estas tierras. Unos hechos que eran la continuación del enfrentamiento y hastío del pueblo contra el Duque del Infantado, hartos de sufrir la opresión y continuos desprecios de dicho duque estos se rebelan ya abiertamente contra el administrador, el Duque y el párroco. Todos a una los feligreses juraron no volver a pisar la iglesia y decidieron abandonarla, lo que derivo en un “pleito” entre el Duque y la Iglesia de un lado y el Pueblo de otro. La Iglesia sintiéndose injuriada manda sancionar al pueblo de Comillas con la excomunión y entredicho, motivo por el que durante cerca de un año no pudiesen recibir los Santos Sacramentos, hasta que la intervención del regidor de la villa, bajo juramento, acordó con sus convecinos construir un nuevo templo en el que no existieran privilegios si se les levantaba la pena, a lo que la Iglesia accedió pidiendo para conseguir el perdón, que en señal de penitencia los hidalgos y pecheros del municipio fuesen a la iglesia un domingo en procesión vestidos solamente de jubones, desnudos de cintura para arriba pero con dogal y con coroza, mientras el pregonero declare sus delitos.

Industria ballenera
Una de las actividades principales de Comillas fue la captura de las ballenas, la ballena franca del Cantábrico, la más lenta de todas las especies y que además tenía la particularidad de que al ser arponeadas al morir no se hundían al fondo sino que permanecían a flote, lo que facilitaba las capturas. Estaban presentes en las costas cantábricas de noviembre a marzo. Eran oteadas desde las atalayas (situadas en Portillo, Santa Lucía, Trasvía y Oyambre) y desde ellas el atalayero daba el aviso al resto de sus compañeros, con señales de humo, cuernos o banderas.

En 1720 concluyó la actividad ballenera en Comillas, pero fue tal la fama de los arponeros comillanos que 60 años después, aún eran reclamados en Canarias.

Comillas fue considerada la capital de las villas marineras en la pesca de la ballena desde el siglo XVI al siglo XVIII, siendo el último puerto ballenero del Cantábrico y el más pequeño de todos, motivo por el cual está registrado en El libro Guinness de los récords.

Cuando desaparecieron los cetáceos (siglo XIX), la reducida flota se recalificó en la captura de la sardina, la caballa y el bonito.

Edad Contemporánea
Como decíamos, la pesca en Comillas ya se realizaba desde antaño siendo esta una de las principales actividades económicas. En un principio, se realizaba con pinazas que varaban en la playa. El fin era satisfacer las necesidades de la población o bien efectuar el trueque con pueblos vecinos. El puerto que hoy conocemos no se empieza a construir hasta el año 1603, concluyéndose algo más de un siglo después, en 1716. El puerto de Comillas nunca fue un puerto comercial, aunque a finales del siglo XIX se embarcara mineral de zinc procedente de los yacimientos de la comarca. Fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando realmente experimentó una importante eclosión de la mano de un incipiente turismo de ‘baños de ola’, que atrajo al norte de la Península a veraneantes de diferentes regiones españolas y extranjeras y, sobre todo, a un personaje, Antonio López del Piélago y López de Lamadrid, primer marqués de Comillas, quien se volcó con su villa natal tras salir airoso de sus negocios al otro lado del Atlántico, y de su hijo, Claudio López Bru, segundo marqués de Comillas.

Durante la Guerra Civil española, Comillas fue un lugar de paso tanto como para las tropas republicanas, como para los nacionales. Por debajo del Corro Campíos se construyó un lugar para resistir las bombas que pudieran caer por el lugar. Una de esas bombas aéreas derribó la torre de la iglesia (reconstruida en los años 40). Los republicanos derribaron la estatua del Sagrado Corazón de Jesús (también reconstruida en 1940) y quemaron el Palacio de la Coteruca hasta que en la actualidad ha sido convertido en viviendas pero con la misma silueta del Palacio. Los nacionales quitaron de la estatua del marqués de Comillas las indianas y al propio marqués para hacer balas ya que eran de bronce. Posteriormente, la estatua del marqués se hizo de piedra.


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