Playa de Berria
Casa de la familia Albo
Antigua fábrica de conservas de Albo. 1925
Conservas Albo fue fundada en 1869 con el nombre de Albo y Arredondo en Santoña, uno de los puertos pesqueros de mayor importancia del litoral Cantábrico. Su fundador fué Carlos Albo Kay hombre singular de conocimientos polifacéticos, profesor de inglés, francés y matemáticas en el Instituto de Manzanedo del que llegó a ser Director.
Muelle norte
Puerto deportivo
Iglesia de Santa María del Puerto (siglo XIII)
Palacio de Chiloeches (siglo XVII)
Fuerte de San Carlos
Fuerte de San Martín (siglo XVII)
Palacio del Marqués de Manzanedo (siglo XIX)
Vista del Penal de El Dueso
Plaza de abastos
Monumento a Juan de la Cosa
Juan de la Cosa (Santoña, entre 1450 y 1460-Turbaco, 28 de febrero de 1510)1 fue un navegante y cartógrafo español conocido por haber participado en siete de los primeros viajes a América y por haber dibujado el mapa más antiguo conservado en el que aparece el continente americano.
Juan de la Cosa tuvo un papel destacado en el primer y el segundo viaje de Cristóbal Colón a las Antillas y en 1499 participó como piloto mayor en la expedición de Alonso de Ojeda a las costas del continente sudamericano. A su regreso a Andalucía dibujó su famoso mapamundi y poco después volvió a embarcarse hacia las Indias, esta vez con Rodrigo de Bastidas. En los años siguientes alternó viajes a América bajo su propio mando con encargos especiales de la Corona, incluyendo una misión como espía en Lisboa y la participación en la Junta de pilotos de Burgos de 1508. En 1509 emprendió la que sería su última expedición, de nuevo junto a Ojeda, para tomar posesión de las costas de la actual Colombia. La Cosa murió en un enfrentamiento armado con indígenas antes de poder llegar a ejercer su cargo de alguacil mayor de Urabá.
Escudo de Santoña
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La bahía de Santoña estuvo habitada por el hombre desde el Paleolítico Superior, según indican los yacimientos encontrados en el monte santoñés, estudiados minuciosamente en los últimos años del siglo xx. Se han hallado utensilios sobre soporte de piedra y arte rupestre en las cuevas del Perro y de San Carlos.
La romanización se llevó a cabo en Santoña a la par que en toda la costa cántabra. Según se menciona en las fuentes clásicas, este lugar pudo ser Portus Vereasueca, Portus Blendium o Portus Victoriae, no sabiendo hasta la fecha cuál era exactamente. Por las excavaciones hechas en la zona de la iglesia y por el nivel romano sellado encontrado, con la suma de restos de cerámica de gran valor y monedas, se sabe que hubo un asentamiento importante en la segunda mitad del siglo I, sin duda al amparo de las actividades del puerto desde el que se comerciaba con el sur de la Galia.
Santoña tendría un núcleo de población muy probablemente alrededor de un primitivo cenobio. Cuando este núcleo entró realmente en la historia fue en 1038, con la intervención del abad Paterno que restauró el monasterio, reorganizó la comunidad religiosa y llevó a cabo una intensa tarea de repoblación. Así fue como aumentó el número de habitantes, se levantaron casas, se cultivó la tierra y comenzó para Santoña la verdadera vida como población. Muchos historiadores consideran al abad Paterno como el verdadero fundador de Santoña. Los problemas que el abad pudo tener para llevar a cabo tal empresa, al carecer el asentamiento de reconocimiento, fueron subsanados por el rey García de Nájera, quien otorgó un fuero llamado "Privilegio Viejo de Santoña", con fecha de 1074, que hizo de Santa María de Puerto un abadengo, cuyo señor sería el abad y sus sucesores, otorgándole los correspondientes derechos como señorío abacial: posesiones del monasterio, inmunidad jurisdiccional, refugio y franquicias de comercio y plaza de mercado.
Desde la época de los reyes asturianos, las comarcas cántabras de Liébana, Asturias de Santillana, Campoo y Trasmiera pertenecían al reino de Asturias. Después fueron patrimonio de los condes de Castilla y de los reyes de Navarra.
La esposa del rey de Navarra Sancho III el Mayor (también conocido como Sancho Garcés III de Pamplona), Muniadona de Castilla, hermana del asesinado conde García Sánchez de Castilla heredó el condado de Castilla. Sancho tomó el control de dicho condado y de las comarcas cántabras aquí citadas. A su muerte repartió el reino entre sus hijos, con el consiguiente enfrentamiento entre García de Navarra (o de Pamplona) y Fernando de Castilla. García Sánchez III de Pamplona (conocido también como García Sánchez el de Nájera), estableció el obispado de Nájera, incluyendo en ese obispado algunas zonas de la Castilla condal, entre otras el abadengo de Puerto, que pasó a depender del monasterio de Santa María la Real de Nájera.
La historia sigue con Fernando I de Castilla, que al vencer en la batalla de Atapuerca a su hermano García el de Nájera, incorporó a su corona los territorios cántabros anexionados anteriormente a Navarra, con excepción de Trasmiera, por lo que Puerto, que pertenecía a Trasmiera, siguió estando sujeto a Nájera. El sucesor de Fernando I en el reino de Castilla fue su hijo Sancho II de Castilla. Este rey recobró el territorio de Trasmiera y desde ese momento el monasterio de Puerto dejó de pertenecer a Nájera, hasta que Sancho III de Castilla lo cedió de nuevo en [1158] a Raimundo, abad de Santa María la Real de Nájera.
Las relaciones entre Puerto y Nájera no fueron nunca muy amistosas. Tanto la nobleza santoñesa como el abad del monasterio hicieron todo lo posible por romper el vínculo de unión. En el siglo xv se elevó una petición al respecto a los Reyes Católicos, que fue desestimada. En el reinado de Felipe II, el monasterio de Santoña consiguió la independencia del de Nájera, así como el estatus de villa Real.
Durante toda la Edad Media, las ciudades, villas o núcleos de población regidos e integrados por monasterios eran lugares eclesiásticos y deudores de dichos abadengos, es decir, todas las ventas y derechos recaían sobre el monasterio. Así era la costumbre y así eran las leyes hasta el reinado de Felipe II. Ese rey tuvo necesidad en un momento dado de sanear la Hacienda y uno de los medios para este fin fue la enajenación de villas y lugares eclesiásticos, para lo cual tuvo que pedir el visto bueno al papa Gregorio XIII, quien otorgó el permiso enviando un breve apostólico el 6 de abril de 1574. En ese documento se daba permiso para que la enajenación pudiera tener lugar sin el consentimiento de los abades.
Según la ley vigente, el Concejo y los vecinos de los lugares en venta o enajenación tenían el derecho de comprar a su vez la Jurisdicción Real y eso fue lo que hizo el Concejo de Santoña, que siguiendo esas normas y reuniendo el dinero necesario, consiguió que se llevara a cabo el asiento de venta el 20 de mayo de 1579, entre Santoña y la Corona, representando al Concejo Pedro Solórzano y Juan del Castillo, que entregó a la Corona 16 000 maravedís por cada uno de sus vecinos, tanto del núcleo de la población como de los barrios y aldeas, pagando además una buena cantidad al monasterio de Nájera, que desde ese momento dejaba de tener poder sobre el abadengo de Santa María de Puerto. El 4 de junio de 1579, Felipe II firmó la Cédula Real, tras lo cual Santoña quedó incorporada a la Corona como Villa Real. Tomó posesión de la Jurisdicción en nombre del rey, Gonzalo de Salamanca.
Después de las firmas, el escribano Juan del Castillo y el comisario del rey Gonzalo de Salamanca, convocaron al Concejo para su constitución en villa. Hubo una sesión especial en la que se celebró una ceremonia de reconocimiento del rey como señor de la villa, además de hacerse los repartos y nombramientos de varios justicias, oficios públicos, etc. El Concejo tomó posesión de los barrios de El Dueso, Piedrahíta, Margotedo y Fuentecilla. El pregonero lanzó la noticia de que Santoña era, a partir de ese, día Villa Real, advirtiendo además que ya no había que abonar rentas a Nájera.
Transcurrieron así 36 años pero, por una mala economía y las muchas deudas contraídas, la villa de Santoña se vio en la necesidad de vender y enajenar de nuevo la Jurisdicción, no sin gran oposición de un gran número de vecinos, cuyo optimismo les llevaba a creer que podrían superar la crisis. Compró la Jurisdicción el duque de Lerma, que pudo sacar de apuros a sus habitantes durante 90 años.
En la Edad Moderna, Santoña participó con hombres y con naves en la hazaña del Descubrimiento de América. Juan de la Cosa (del linaje santoñés de la Cosa) tomó parte activa en ese acontecimiento, siendo el maestre de su propia nao Santa María (o Marigalante según algunos autores) acompañado de otros 3 lugareños.
En el siglo XVIII y bajo el reinado de Felipe V, la villa volvió a comprar la Jurisdicción Real por el importe de 12 000 ducados. El 10 de septiembre de 1705, el rey otorgó una Real Facultad (norma dictada por el rey o su Cámara para disponer sobre los bienes, inferior en rango a la Real Cédula) por la que de nuevo Santoña era Villa Real, con todos los beneficios que ello pudiera llevar.
En el siglo XX, durante la Guerra Civil Española, fue escenario de un hecho que llegaría a alcanzar gran trascendencia política e ideológica: la rendición de los batallones nacionalistas vascos en el denominado pacto de Santoña (1937).
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