El municipio de Astillero está vinculado desde su nacimiento a la construcción y reparación de buques, lo que permitió el desarrollo de una tradición de carpinteros de ribera y otros artesanos relacionados con la arquitectura naval y armamento de navíos. La construcción de naves de la Corona Española hizo que la población de Astillero contara con muchos extranjeros ente sus vecinos, lo que ha caracterizado su idiosincrasia. Esta vocación marinera ha hecho que surja una gran afición a los deportes náuticos, sobre todo al remo, con destacadas regatas de traineras.
Escudo de la ciudad
Escudo cuadrilongo de base redondeada. En campo de plata, un galeón al natural, arbolado, sin velas y una grada. Bordura total de gules cargada con la leyenda en oro que dice: «SIC VINCETVR SEMPER». Timbrado el escudo con la corona real de España.
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El Astillero se convierte en ayuntamiento en el año 1793, según "Real Cédula sobre erección de Justicia" emitida el 24 de diciembre de dicho año, aunque su historia como lugar de asentamiento de población se remonta mucho tiempo atrás. El lugar de Guarnizo estuvo habitado desde la más remota antigüedad, no en vano su proximidad a cuevas e importantes yacimientos prehistóricos como el descubrimiento del hombre de Morín de casi 30 000 años de antigüedad así lo atestiguan.
Los celtas, y los romanos después, estuvieron presentes en estas tierras atraídos por la explotación de mineral de hierro de Peña Cabarga. Según el estudioso Fermín de Sojo y Lomba, en Astillero y particularmente en Guarnizo aún se conservan nombres que recuerdan a las vías romanas o de antiguos caminos como Juntavía, barrio de Soviejas (Subiejas), Juncara y Habanera (sitio bajo) que proviene de la palabra celta "Aban".
Los astillerenses no parecen nacidos de madre como toda descendencia de Adán, sino construidos de roble en las gradas de su astillero José María de Pereda.
En el siglo XI, Sancho II de Castilla concedió a la sede de Oca la iglesia de Santa María de Muslera, que sería cabeza del arciprestazgo de su nombre en torno a la cual se fue formando el poblado de Guarnizo. Posiblemente esta iglesia formará parte de la red de monasterios que la orden benedictina tenía diseminados por toda Europa y fue así camino de paso de las peregrinaciones a Santiago de Compostela.
Posteriormente, el origen de lugar del Potrañes, en Guarnizo, como sitio especialmente indicado para astillero aparece estrechamente ligado a la figura de Cristóbal de Barros, superintendente de Fábricas, Montes y Plantíos en la costa de Cantabria, a quien Felipe II en el año 1581 encargó una serie de nueve galeones para la defensa de Indias, que han pasado a la historia como los primeros galeones oceánicos de guerra que han existido y que se ocuparían del transporte del tesoro y la escolta de las flotas.
Cristóbal de Barros propuso a Felipe II su construcción en "esta canal que llaman de Solía y Guarnizo" justificando esta opción por la riqueza, tanto en cantidad como en calidad, de madera existente en la zona, por ventajas del calado del canal de Guarnizo para la botadura y amarre de los galeones así como por la protección natural que ofrecía este enclave contra los vientos, temporales y posibles ataques por mar, al estar situado al fondo de la bahía de Santander, entonces bien fortificada.
En total durante los dos siglos que siguieron se botaron más de 100 grandes buques para la armada y otros muchos para particulares. A comienzos del siglo XVIII a las gradas del astillero de Potrañes, también conocido como "el de las fragatas", se añadieron nuevas en la zona de la Planchada "astilleros de los navíos" creándose un incipiente núcleo de población conocido por barrio del Astillero. La actividad culminó en el último tercio del siglo XVIII al tomar Ferrol el relevo constructor como cabeza del Departamento Marítimo del Cantábrico. Aunque con altibajos siguió la actividad constructora que definitivamente finalizó en el año 1871 con la botadura de la fragata Don Juan.
En el año 1793 la población de Astillero deja de depender de la jurisdicción de la Marina y en 1800 se constituye en ayuntamiento, aunque hasta 1871, Guarnizo, que hasta entonces siguió dependiendo del Real Valle de Camargo, fue segregado de este último, incorporándose definitivamente al ayuntamiento de El Astillero.
Aunque fueron muchos los buques que se botaron en las gradas de los astilleros, dos de ellos, el San Juan Nepomuceno (1766) y el Real Felipe (1731), han pasado la historia de la Marina española por su participación en diversas batallas navales como la de Trafalgar el primero de ellos y la de Tolón el segundo.
El Real Felipe fue el primer navío español de tres puentes; podía armar 114 cañones y fue el mayor del mundo en su momento; demostró sus buenas cualidades en el combate de Tolón cuando la escuadra combinada franco-española se enfrentó a la inglesa resultando esta última derrotada.
El suceso más destacado en el que participó el San Juan Nepomuceno fue el combate de Trafalgar, hacia dónde salió desde la bahía de Cádiz donde se encontraba anclado el 19 de octubre de 1805 (con casi 700 tripulantes y como navío integrante de la escuadra mandada por el teniente general Federico Gravina). Durante el transcurso de la batalla, que enfrentó a la flota franco-española con la inglesa al mando del célebre almirante Horatio Nelson, el San Juan recibió el fuego y la metralla de seis buques ingleses resistiendo hasta que la muerte del brigadier Cosme Damián Churruca obligó a la rendición del buque.
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