sábado, 1 de abril de 2023

SANTANDER (Cantabria)

Capital de la comunidad autónoma uniprovincial de Cantabria.​ Con 171.951 habitantes (2017),​ es la urbe más poblada de la comunidad autónoma. Además, es la cabecera del área metropolitana de Santander, una conurbación de más de 300.000 habitantes que se extiende alrededor de la bahía de Santander. Es la capital de provincia y también la capital de comunidad autónoma más septentrional de España y una de las ciudades más importantes del norte del país.

Palacio de La Magdalena
El Palacio de la Magdalena es el edificio más emblemático de la ciudad de Santander y uno de los más destacados ejemplos de la arquitectura civil del norte de España. Se encuentra, presidiendo un majestuoso paisaje, en lo más elevado de la Península del mismo nombre. Su construcción, entre 1908 y 1912, siguiendo los planos de Gonzalo Bringas y Javier González de Riancho, fue consecuencia de la iniciativa municipal: el Ayuntamiento quiso regalar a los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia una residencia de verano que consolidara la tradición estival que ya estaba arraigando en la ciudad y su provincia. Los monarcas y sus hijos disfrutaron de los veranos santanderinos entre 1913 y 1930. Al parecer, fue la Reina, llamada Ena en la intimidad familiar, quien disfrutó especialmente de un paisaje y una arquitectura muy próximos a los ingleses que le eran naturales: escritores y poetas evocaron su nostalgia de la isla de Wight, de hecho, asociándola a su presencia santanderina y su posterior exilio.

Edificio del Banco Santander
Ayuntamiento


Catedral de Nuestra Señora de la Asunción

Se trata de un conjunto histórico y monumental, construido entre finales del siglo XII y el XIV sobre el antiguo monasterio; en un principio sirvió como abadía, consagrada a San Emeterio y San Celedonio, conocida como la Abadía de los Cuerpos Santos. La iglesia se levantó sobre un cerro rodeado de agua, donde estuvo el asentamiento romano del Puerto de la Victoria, a partir del siglo VIII para guardar las reliquias de los mártires sacrificados en Calahorra cinco siglos antes. Sus cráneos fueron traídos por los que huían del dominio musulmán de la península ibérica. La construcción de la planta inferior data de los primeros años del siglo XII, poco después de que se concediesen los fueros a la ciudad. Fue elevada a rango de colegiata en 1131 por el rey Alfonso VII, el Emperador, y comenzada la reconstrucción de los actuales edificios por iniciativa de Alfonso VIII, tras la concesión del fuero de Santander en 1187. La parte superior del edificio se construyó entre finales de ese siglo y comienzos del XIV. Al finalizar se construyó el claustro gótico. Posteriormente recibió el título de Iglesia Colegial de los Cuerpos Santos. Tiene especial interés la puerta principal, levantada hacia 1230, donde están labrados los primeros escudos del reino en que aparecen juntos castillos y leones, tras la unificación definitiva de León y de Castilla en tiempos de Fernando III, cuyo hijo Sancho fue abad del sitio. El templo es ampliado en los siglos XVI y XVII incorporándose nuevas capillas. En esta catedral estuvo el cementerio de la ciudad.

Galeones de Vital Alsar

Playa de El Sardinero



Restos arqueológicos del siglo XIII de la antigua muralla

Mercado de la esperanza
 Fue proyectado por los arquitectos Eduardo Reynals y Juan Moya en 1897. Su importancia arquitectónica e histórica radica en que es una de las grandes y escasas muestras de arquitectura en hierro decimonónica conservadas en España. Fue inaugurado el 10 de abril de 1904, mereciendo a sus artífices la Medalla de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.​ Fue declarado monumento histórico-artístico en 1977.​ Actualmente se trata del mercado más grande en su tipo de Cantabria,​ dedicado fundamentalmente a la alimentación. La planta baja se dedica en su totalidad a la venta de pescado y marisco, mientras que la planta alta está dedicada a la venta de productos cárnicos, lácteos, frutas y verduras.

Península de la Magdalena 
Con su palacio, residencia de Alfonso XIII durante sus estancias de veraneo en la ciudad.


Puerto
Aeropuerto

Paseo de Pereda con el Palacete del Embarcadero
El Palacete del Embarcadero está situado en el paseo marítimo, al lado del paseo y jardines de Pereda. Obra de Javier González de Riancho, con pórtico hacia el mar y torrecillas angulares, es un edificio proyectado en 1920 y acabado en 1932. Funcionó como estación de pasajeros, usado más tarde como cuartel de la Policía Armada, y desde que fuera reinaugurado en 1985, sirve como sala de exposiciones y conferencias. Es propiedad de Autoridad Portuaria, siendo uno de los espacios habilitados por el Puerto de Santander para promover y difundir la cultura y el patrimonio marítimo-portuario. Está dedicado tanto a exposiciones propias como a exposiciones itinerantes.
El programa expositivo, en el que han colaborado diferentes instituciones y fundaciones locales y nacionales, incluye a artistas contemporáneos cántabros, nacionales e internacionales. 

Centro Botín (trasera)
Centro Botín (delantera)

Faro del cabo mayor
Cuenta con tres salas de exposiciones con una colección de obras de arte, objetos y curiosidades relacionadas con el mar y los faros creada por los artistas cántabros Eduardo Sanz e Isabel Villar

Jardines de Pereda
Los jardines fueron dedicados al novelista cántabro José María de Pereda. Destaca la escultura a su persona, realizada por Lorenzo Coullaut Valera. Los grabados que se ven rodeando al busto de Pereda representan escenas de sus obras.
Los jardines se caracterizan por las arboladas de más de 200 árboles en su conjunto que sirven de refugio desde septiembre a marzo a miles de pequeños estorninos, típicos del invierno de Santander. En el existen ejemplares de magnolias, acebos, palmeras, cedros, castaños de Indias, pinos, bojs, tejos, tilos, manzanos de flor.

Parque del muelle de San Martín

Plaza de Pombo


Palacio de deportes

Campo de fútbol de El Sardinero

Campo municipal de golf de Mataleñas, en Cabo Menor


Escudo de la ciudad

El actual escudo de Santander representa, al igual que el de otros muchos municipios de la costa de Cantabria, la conquista de Sevilla por parte de marineros cántabros al mando del almirante Ramón de Bonifaz y Camargo en el año 1248 durante el reinado del Rey Fernando III de Castilla. En él figuran la Torre del Oro sevillana, y la nave en la que Ramón de Bonifaz y sus hombres rompieron las cadenas que unían Sevilla con Triana, el 3 de mayo de 1248. Similar motivo, y por el mismo hecho, se refleja también en el escudo de Avilés, Asturias.

También se pueden apreciar los rostros de los patronos de Santander, San Emeterio y San Celedonio, decapitados en Calahorra durante la persecución de Diocleciano o en la de Valeriano, tras ser encarcelados y puestos ante la disyuntiva de renunciar a su fe o abandonar la profesión militar. Según la leyenda, sus cabezas fueron transportadas desde el Ebro en una barca de piedra para proteger las reliquias del avance musulmán, y finalmente atravesaron la Isla de la Horadada, en la Bahía de Santander.

Cuando en 1982, el día 11 de enero entró en vigor el Estatuto de Autonomía de Cantabria, los símbolos del escudo de Santander fueron adoptados como parte del nuevo Escudo de Cantabria, según lo dispuesto en el Título Preliminar de dicho Estatuto.

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Buen número de historiadores consideran que la ciudad de Santander tiene su origen en el Portus Victoriae Iuliobrigensium de época romana. De hecho, la primera referencia a la actual ciudad aparece en el año 26 a. C. cuando, en el curso de las Guerras Cántabras contra Roma, el emperador Augusto decidió dejar constancia de su voluntad de victoria sobre los cántabros en un puerto denominado Portus Victoriae (Puerto de la Victoria).
A partir de la desmembración del Imperio Romano las noticias de lo que pudo suceder en Santander son muy escasas. Con la conquista musulmana se produjo la llegada al norte de gentes procedentes de la meseta que venían huyendo de los árabes y es, en ese momento, cuando se empieza a producir en Cantabria la fundación de monasterios, la traída de reliquias y la influencia de la cultura y el arte visigóticos. En este contexto es en el que se sitúa tradicionalmente el origen del asentamiento urbano y portuario de Santander, cuando, hacia el siglo VIII, los hispano-romano-visigodos llegaron aquí, refugiándose de los musulmanes, y trayendo consigo los restos de los santos Emeterio y Celedonio. Las reliquias quedarían depositadas, en un principio, en las ruinas de unas termas romanas, para erigir, posteriormente, la primera de una serie de iglesias que culminarían en lo que hoy es la Catedral de Santander. Este hecho va a tener especial importancia en el nombre de la futura ciudad ya que el martirio de los dos santos en Calahorra, durante las persecuciones de Diocleciano, crea la leyenda cristiana de que las cabezas de ambos mártires llegaron a la bahía santanderina en una barca. El nombre de Santander sería la derivación lingüística del nombre latino Sancti Emeterii que al pasar a latín vulgar derivó a Sant Emeter y después al actual Santander. Hoy día ambos santos son patronos de la ciudad y están reflejados en el escudo de la misma.
Santander se constituyó como villa de abadengo y en el siglo XII le fue concedido fuero por Alfonso VIII, el cual, entre otros privilegios, le permitía comerciar con ciertos productos básicos y le dispensaba de ciertas tasas aduaneras. A partir de entonces y hasta el siglo XVI, la villa va adquiriendo un importante crecimiento comercial. Formaba parte de la Hermandad de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar junto a San Vicente, Laredo y Castro Urdiales y de sus astilleros salieron los barcos que abastecían la flota del Reino de Castilla. Una gesta importante que tuvo la marina santanderina, también reflejada en su escudo, fue la toma de Sevilla. En esa empresa tuvo un papel importante el almirante Ramón Bonifaz quien con la proa de su barco cortó las cadenas del puente de saucas que unía las dos orillas del Guadalquivir, liberando a la capital hispalense.
En el siglo XIII, la villa de Santander se articulaba ya en torno a dos núcleos: la Puebla Vieja, en la que sobresalían el castillo y la abadía-colegiata (zona actual de la Catedral y calle Alta), y la Puebla Nueva (zona de las calles Santa Clara y San Francisco), ambas estaban unidas por un puente y entre ellas se situaría el edificio de las Atarazanas. En esa época la actividad marítima y comercial de la villa de Santander era tan intensa que su población se acercaba a los 2.000 habitantes, llegando a tener su máximo desarrollo económico y demográfico a mediados del siglo XV, cuando se calcula que su población alcanzaba los 6.000 habitantes. Sin embargo, en los últimos años de ese siglo Santander viviría una grave crisis provocada por la peste que llegó a la villa a bordo de una Armada que venía de Flandes.Tendrían que pasar 200 años para volver a alcanzar una población superior a los 5000 habitantes ya que a lo largo de toda la Edad Moderna la villa siguió sufriendo una cadena de pestes.
En el siglo XVII el puerto santanderino entra en decadencia por el desvío del comercio castellano hacia la villa de Bilbao, y no será hasta el siglo siguiente cuando Santander experimente una profunda transformación demográfica, económica y administrativa. La apertura del ?camino de Reinosa? en 1753 inicia un importante comercio de lanas y harinas castellanas, sobre todo, a partir de 1765, cuando el puerto de Santander es habilitado para comerciar con las colonias americanas. Paralelamente, la villa experimentará una transformación institucional, en 1754 es elegida sede de la reciente diócesis santanderina y al año siguiente, el rey FernandoVI le otorga el título de ciudad. A partir de este momento Santander fue adquiriendo una condición preponderante sobre el resto del espacio regional, adquiriendo, la capitalidad del territorio en 1801 con la creación de la Provincia Marítima de Santander.
El siglo XIX es la época de la verdadera expansión urbana de Santander. Aunque en los primeros años de la centuria la ciudad experimenta una crisis económica como consecuencia de la invasión napoleónica, de las epidemias y de las crisis coloniales, el progreso continuó. El auge del comercio de harinas, procedentes de Castilla, junto a la importación de productos coloniales favoreció el establecimiento de la vía férrea entre Alar del Rey y Santander. El puerto de Santander fue aumentando su tráfico hasta el punto de que llegó a llamársele ?el Liverpool de España?. Las compañías navieras disponían de numerosos buques veleros y vapores y había líneas regulares desde Santander con Bayona, Nantes, Londres y Liverpool, aparte de las habituales con las Antillas españolas y del cabotaje nacional.
En 1893 tuvo lugar uno de los sucesos más dramáticos de la historia de la ciudad: la explosión en los muelles del barco ?Cabo Machichaco?, que provocó la muerte de 590 personas y unos 2000 heridos. El vapor vizcaíno iba cargado con 51 toneladas de dinamita y en plenos trabajos de extinción estalló la carga, con lo que también se incendiaron las calles inmediatas al puerto.
En el último tercio del siglo XIX la ciudad, al igual que otros puntos de Europa, comienza a configurarse como un destino turístico y de ocio, coincidiendo con la promoción de los baños de ola gracias a sus propiedades terapéuticas. La aristocracia y la alta burguesía buscaban lugares saludables de descanso que les permitiesen, al mismo tiempo, el contacto y la relación social. Pero el impulso definitivo al veraneo lo darían los monarcas, que convirtieron Santander en la corte estival o veraniega, frecuentada por nobles, aristócratas, burgueses y otros personajes ilustres. En 1861, la reina Isabel II decidió pasar unos días estivales en las playas de El Sardinero y, en agradecimiento, el Ayuntamiento le ofreció unos terrenos para construir un palacio. Sin embargo, fueron las repetidas estancias veraniegas de Alfonso XIII y de su esposaVictoria Eugenia, grandes admiradores de la ciudad, las que convirtieron definitivamente a Santander en un selecto centro de veraneo. En 1908, la ciudad le regaló al monarca los terrenos de la península de la Magdalena, dónde se construyó el palacio, cuyas obras finalizaron en el año 1912. En pocos años la ciudad se transformó y se construyeron algunos de los edificios más emblemáticos: el Gran Casino, el Hotel Real, el Hipódromo de Bellavista, además de chalets y hoteles de familia.
Tras finalizar las penurias de la Guerra Civil, Santander tuvo que enfrentarse a otro desastre: el incendio del año 1941. Se inició el 15 de febrero coincidiendo con un huracán de viento sur y destruyó la mayor parte de la zona antigua de la capital. Ardieron 1.783 viviendas y desaparecieron 37 calles, así como 508 comercios, hoteles, pensiones y bares. La reconstrucción que se hizo posteriormente siguió las directrices de la arquitectura de posguerra, fusionando la herencia racionalista con el discurso tradicionalista de la arquitectura oficial.
Durante los años sesenta, se vivió un despegue en el sector industrial, que favoreció tanto a Santander como al resto de la provincia. En 1983 se constituía la Comunidad Autónoma de Cantabria con Santander como capital.

Arredondo (Cantabria)


Arredondo antiguamente era denominado la Capital del mundo pues de allí emigraron numerosos indianos hacia América, donde hicieron fortuna y al volver se daban cita en el pueblo con grandes ganancias y riquezas. Este municipio ha estado vinculado estrechamente a Ruesga, puesto que hasta el año 1822 pertenecía a ese régimen señorial, en concreto a la Casa de los Velasco. Tras la formación de ambos ayuntamientos, el término municipal de Ruesga quedó divido en dos zonas, quedando Arredondo prácticamente rodeado por Ruesga por norte, este y oeste.

Santillana se mar (Cantabria)


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La villa fue declarada conjunto histórico-artístico en 1889. En sus inmediaciones se encuentra la cueva de Altamira, protegida como Patrimonio de la Humanidad. Es uno de los pueblos más turísticos y más visitados de Cantabria, siendo una parada imprescindible para los turistas que visitan la región. Esto ha hecho que gran parte de los habitantes del municipio vivan de la actividad turística, especialmente de la hostelería, los alojamientos rurales y las tiendas de productos típicos.

Desde julio de 2013, Santillana del Mar forma parte de la red Los pueblos más bonitos de España.


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El municipio estuvo habitado desde la prehistoria, como atestiguan varios vestigios arqueológicos. De entre todos ellos destaca la cueva de Altamira, descubierta por Marcelino Sanz de Sautuola en 187910​ y catalogada como Patrimonio de la Humanidad. Es llamada la Capilla Sixtina del arte cuaternario, o del arte paleolítico, desde que así la llamara el arqueólogo y prehistoriador Henri Breuil.


No se conoce ninguna población antigua en Santillana, aunque sí se han encontrado evidencias cerámicas en la zona de Vispieres y lápidas sepulcrales en Herrán, todo ello de época romana, por lo que se ha deducido la existencia de alguna población romana cerca del actual núcleo de la villa, aunque no se han encontrado otros restos arqueológicos que llenen el vacío de los siglos V al VIII.


En el año 2014, los arqueólogos Javier Marcos Martínez y Lino Mantecón Callejo descubrieron un asentamiento castreño en la cumbre del monte El Cincho (barrio de Yuso). Se han desarrollado varias campañas arqueológicas desde entonces en las que se ha identificado un complejo de amurallamiento; así como, la recuperación de materiales arqueológicos adscritos cronológicamente a la Edad del Hierro. Los investigadores sostienen que se trata de un castro de castros, un oppidum costero.

Esta villa tiene su origen en la Alta Edad Media, alrededor de la abadía de Santa Juliana. Se han recuperado huesos humanos medievales en la necrópolis de esta localidad. La fecha de fundación del monasterio no se conoce. Legendariamente se atribuye a unos monjes del siglo VIII o IX el que se llevaran las reliquias de Santa Juliana de Bitinia, martirizada en Turquía, a este lugar, levantando un cenobio en un lugar llamado Planes. Actualmente se asocia la fundación del monasterio con la corriente repobladora impulsada por los sucesores de Alfonso I. A partir del año 980 el monasterio estaba consolidado, gracias a las continuas donaciones de los fieles y a ser lugar de paso de un ramal del Camino de Santiago. Fue estableciendo un dominio territorial y jurisdiccional, especialmente en la zona conocida como Merindad de las Asturias de Santillana, de la que casi con toda seguridad era capital.​ Dicha merindad era una de las  que entonces formaban el reino de Castilla.
En 1045 Fernando I le otorgó un fuero,​ por lo que la abadía pasó probablemente a ser colegiata.​ Desde entonces recibió sucesivos privilegios y donaciones de los reyes de Castilla.​ A partir de 1175 se configura una organización con abad y cabildo. Gracias al apoyo de la nobleza, consiguió convertirse en la abadía más importante de la Cantabria medieval. En 1209 Alfonso VIII le concedió un nuevo fuero, dándole estatuo de villa a la localidad. El monasterio ya era colegiata, hecho presumiblemente comprobable en la documentación posterior a 1107, con lo que Santillana que pasó a ser la capital de las Asturias de Santillana, siendo el abad su señor.

Durante el siglo XIII la abadía de Santa Juliana decayó al convertirse en dependiente de la diócesis de Burgos, pero comenzó el desarrollo urbano de la villa,​ organizado en torno a la Plaza Mayor o del Mercado (hoy plaza de Ramón Pelayo) y la Torre del Merino. Como expresión del poder civil, durante los siglos XIV y XV se construyeron algunos de los mayores palacios y torres de la villa.​ En 1445 el rey Juan II dio el señorío de la villa al primer Marqués de Santillana y a sus sucesores, los Duques del Infantado (miembros de la familia de Mendoza), creándose así el Marquesado de Santillana.​ La pérdida de la condición de realengo supuso dejar de ser capital de corregimiento, iniciándose la decadencia de la villa.​

Durante la Edad Moderna las Asturias de Santillana quedan integradas en la jurisdicción del Corregimiento de las Cuatro Villas, ámbito liderado entonces por Laredo.​ En 1509 el abad reconoció al III marqués de Santillana, pero solo tras violentos enfrentamientos militares, en un intento por recuperar el poder religioso sobre la villa.​ El desarrollo urbano y económico de la villa se estanca durante el siglo XVI al no participar Santillana en el Pleito de los Valles, importante en la historia de las instituciones que dieron lugar a Cantabria. A causa de ello Santillana quedó administrativamente marginada; no obstante, volvió a resurgir en el XVII gracias a la riqueza ligada a su participación en la expansión española en Europa y América.​

A finales del XVI y durante el XVII se construyeron la mayoría de las casas que se conservan hoy en día en Santillana del Mar, configurándose su núcleo tal y como existe hoy en día.​ Casi todas ellas siguen la misma tipología, con dos plantas, un espacio abierto delantero y uno trasero más grande dedicado originalmente a corral, solanas o balcones de forja o de madera, y blasones nobiliares, abundantes en la villa.​ Santillana es por tanto esencialmente barroca, aunque su proceso de urbanización sigue siendo desconocido.​

Fuera del casco quedaban los complejos edificatorios de las órdenes religiosas edificados entonces. Estos fueron el convento de Regina Coeli de los dominicos, el de San Ildefonso de las dominicas, la Hospedería de Peregrinos y Transeúntes, el Hospital de la Misericordia y el Hospital de San Lázaro de Mortera.​ A finales del siglo XVII la colegiata de Santa Juliana compitió con la de los Cuerpos Santos (en Santander) por obtener la titularidad catedralicia.​

A comienzos del siglo XIX Santillana, como otros pueblos del norte de España, se enorgullecía de estar llena de linajes hidalgos, aunque como reza el tópico, sus apellidos no suponían riqueza intrínseca. Al ser mayoría, se supone que existía una tolerancia hacia el trabajo, a pesar de que los nobles tenían prohibido trabajar con las manos, por lo que si no lo hacían se veían obligados a emigrar o a vivir en la pobreza.​ Fueron estos hidalgos los que coparon los puestos administrativos y la representación de la villa en organismos superiores. También eran quienes poseían las tierras, teniendo la mayoría de los campesinos que arrendarlas o trabajar para ellos.​

En 1833 se constituyó el ayuntamiendo de Santillana,​ que también tuvo partido judicial propio hasta 1840, fecha en que parte pasó al partido de Torrelavega y otra parte al de San Vicente de la Barquera. A pesar de la decadencia de Santillana comenzó a generarse un turismo selectivo debido a que diversos políticos, escritores y viajeros leídos escribieron en aquella época sobre la villa.​

En 1879 se descubrió la cueva de Altamira,​ una de las joyas del arte rupestre a nivel mundial. El descubrimiento de la cueva atrajo a un gran número de estudiosos e intelectuales, quienes crearon en Santillana una serie de asociaciones artísticas y de vanguardia, de las cuales la más importante fue la Escuela de Altamira, fundada en 1948, que participó en la recuperación de las vanguardias artísticas en España y donde se dieron cita personajes de la talla de Rosales, Vivanco, Ángel Ferrant, Llorente Artigas y Lafuente Ferrari.​

A partir de 1849, a causa una epidemia de cólera en el País Vasco, el turismo aristocrático español arraigó con fuerza en la antigua provincia de Santander. Fue entonces cuando Santillana del Mar pasó a ser un destino de moda.​ El pensamiento romántico y el deseo de conservar la villa hicieron que en 1889 fuera declarada en su conjunto monumento histórico-artístico.​ En 1927, a instancias del conde de Güell, comenzaron las primeras restauraciones.

San Vicente de la Barquera (Cantabria)

 


Una bonita villa marinera cántabra fundida con la magia del Parque Natural de Oyambre. Una estampa inmejorable con el magnífico telón de fondo de los Picos de Europa que la arropan y el mar de frente, su largo puente de la Maza, construido en tiempos de los Reyes Católicos y su semblante marinero con sus barquitas decorando la ría hacen de esta localidad un imprescindible en las listas de las más bellas. Foto: José García. 

Vista de San Vicente de la Barquera.


Castillo del rey






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Existen evidencias de poblamiento humano desde la Prehistoria. En concreto, han quedado vestigios de la Edad del Bronce, como el yacimiento megalítico de El Barcenal. Se cree que aquí habitaron los cántabros orgenomescos. Se ha identificado San Vicente con el Portus Vereasueca de los romanos.


En la Alta Edad Media, este territorio fue repoblado por Alfonso I a mediados del siglo viii. Se alzó entonces el castillo, y alrededor de él fue creciendo la villa. El periodo de auge económico de San Vicente se desarrolla a partir de 1210. El 3 de abril de ese mismo año Alfonso VIII de Castilla otorgó a San Vicente de la Barquera privilegio de villazgo, concediéndole el mismo fuero que a San Sebastián.1​ Fue la última de las «Cuatro Villas de la Costa» —Castro Urdiales (1163), Santander (1187), Laredo (1200)2​ y la propia San Vicente de la Barquera— a la que Alfonso VIII otorgó fuero, configurándose como realengo.​ El auge fue posible gracias al comercio marítimo y los derechos de pesca. De 1330 datan las primeras normas de la cofradía de marineros. No obstante, a mediados del siglo xv entró en decadencia, por una serie de incendios y epidemias. En el siglo xvi, el futuro Carlos I de España visitó la villa cuando iba de camino a la meseta, para ser nombrado monarca. Con motivo de su visita se preparó una corrida de toros. Allí enfermó y tuvo que pasar la noche en el convento de San Luis.

San Vicente de la Barquera formó parte del Corregimiento de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar y capital de la hermandad de las Cuatro Villas de la Mar. Participó en las Juntas de Puente San Miguel, interviniendo en la formación de las Ordenanzas de la provincia de Cantabria (1779). Se constituyó como ayuntamiento constitucional en 1822. En un primer momento, formó parte del partido judicial de Comillas. A partir de 1835 tuvo partido judicial propio, pero que no abarcaba la zona de Liébana, cosa que sí ocurre actualmente.

En abril de 1973 se anunció que Electra de Viesgo iba a construir la central nuclear de Santillán, de cuatro unidades y una potencia de cuatro millones de kilovatios, cuyo coste inicial se calculó en 80 000 millones de pesetas.​ La empresa adquirió 71,6 hectáreas de terreno, el equivalente a 71 campos de fútbol, en una franja costera que abarca superficie de los municipios de San Vicente de la Barquera y Val de San Vicente, junto a la ensenada de la playa de La Fuente; sobre los acantilados de Santillán-Boria se construyó una zanja para realizar los sondeos previos para la construcción de la central nuclear en este terreno.​ Se programó que comenzara a exportar energía en 1982, con una potencia de 970 megavatios.​ Finalmente, debido a la oposición política y social, tanto de cántabros como de asturianos, la empresa eléctrica abandonó el proyecto de forma provisional.

ASTILLERO (CANTABRIA)


El municipio de Astillero está vinculado desde su nacimiento a la construcción y reparación de buques, lo que permitió el desarrollo de una tradición de carpinteros de ribera y otros artesanos relacionados con la arquitectura naval y armamento de navíos. La construcción de naves de la Corona Española hizo que la población de Astillero contara con muchos extranjeros ente sus vecinos, lo que ha caracterizado su idiosincrasia. Esta vocación marinera ha hecho que surja una gran afición a los deportes náuticos, sobre todo al remo, con destacadas regatas de traineras.



Ayuntamiento

Iglesia de San José

Cargadero de mineral de hierro

Puerto deportivo







Escudo de la ciudad
 Escudo cuadrilongo de base redondeada. En campo de plata, un galeón al natural, arbolado, sin velas y una grada. Bordura total de gules cargada con la leyenda en oro que dice: «SIC VINCETVR SEMPER». Timbrado el escudo con la corona real de España.
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El Astillero se convierte en ayuntamiento en el año 1793, según "Real Cédula sobre erección de Justicia" emitida el 24 de diciembre de dicho año, aunque su historia como lugar de asentamiento de población se remonta mucho tiempo atrás. El lugar de Guarnizo estuvo habitado desde la más remota antigüedad, no en vano su proximidad a cuevas e importantes yacimientos prehistóricos como el descubrimiento del hombre de Morín de casi 30 000 años de antigüedad así lo atestiguan.

Los celtas, y los romanos después, estuvieron presentes en estas tierras atraídos por la explotación de mineral de hierro de Peña Cabarga. Según el estudioso Fermín de Sojo y Lomba, en Astillero y particularmente en Guarnizo aún se conservan nombres que recuerdan a las vías romanas o de antiguos caminos como Juntavía, barrio de Soviejas (Subiejas), Juncara y Habanera (sitio bajo) que proviene de la palabra celta "Aban".

Los astillerenses no parecen nacidos de madre como toda descendencia de Adán, sino construidos de roble en las gradas de su astillero José María de Pereda.
En el siglo XI, Sancho II de Castilla concedió a la sede de Oca la iglesia de Santa María de Muslera, que sería cabeza del arciprestazgo de su nombre en torno a la cual se fue formando el poblado de Guarnizo. Posiblemente esta iglesia formará parte de la red de monasterios que la orden benedictina tenía diseminados por toda Europa y fue así camino de paso de las peregrinaciones a Santiago de Compostela.

Posteriormente, el origen de lugar del Potrañes, en Guarnizo, como sitio especialmente indicado para astillero aparece estrechamente ligado a la figura de Cristóbal de Barros, superintendente de Fábricas, Montes y Plantíos en la costa de Cantabria, a quien Felipe II en el año 1581 encargó una serie de nueve galeones para la defensa de Indias, que han pasado a la historia como los primeros galeones oceánicos de guerra que han existido y que se ocuparían del transporte del tesoro y la escolta de las flotas.

Cristóbal de Barros propuso a Felipe II su construcción en "esta canal que llaman de Solía y Guarnizo" justificando esta opción por la riqueza, tanto en cantidad como en calidad, de madera existente en la zona, por ventajas del calado del canal de Guarnizo para la botadura y amarre de los galeones así como por la protección natural que ofrecía este enclave contra los vientos, temporales y posibles ataques por mar, al estar situado al fondo de la bahía de Santander, entonces bien fortificada.

En total durante los dos siglos que siguieron se botaron más de 100 grandes buques para la armada y otros muchos para particulares. A comienzos del siglo XVIII a las gradas del astillero de Potrañes, también conocido como "el de las fragatas", se añadieron nuevas en la zona de la Planchada "astilleros de los navíos" creándose un incipiente núcleo de población conocido por barrio del Astillero. La actividad culminó en el último tercio del siglo XVIII al tomar Ferrol el relevo constructor como cabeza del Departamento Marítimo del Cantábrico. Aunque con altibajos siguió la actividad constructora que definitivamente finalizó en el año 1871 con la botadura de la fragata Don Juan.

En el año 1793 la población de Astillero deja de depender de la jurisdicción de la Marina y en 1800 se constituye en ayuntamiento, aunque hasta 1871, Guarnizo, que hasta entonces siguió dependiendo del Real Valle de Camargo, fue segregado de este último, incorporándose definitivamente al ayuntamiento de El Astillero.

Aunque fueron muchos los buques que se botaron en las gradas de los astilleros, dos de ellos, el San Juan Nepomuceno (1766) y el Real Felipe (1731), han pasado la historia de la Marina española por su participación en diversas batallas navales como la de Trafalgar el primero de ellos y la de Tolón el segundo.

El Real Felipe fue el primer navío español de tres puentes; podía armar 114 cañones y fue el mayor del mundo en su momento; demostró sus buenas cualidades en el combate de Tolón cuando la escuadra combinada franco-española se enfrentó a la inglesa resultando esta última derrotada.

El suceso más destacado en el que participó el San Juan Nepomuceno fue el combate de Trafalgar, hacia dónde salió desde la bahía de Cádiz donde se encontraba anclado el 19 de octubre de 1805 (con casi 700 tripulantes y como navío integrante de la escuadra mandada por el teniente general Federico Gravina). Durante el transcurso de la batalla, que enfrentó a la flota franco-española con la inglesa al mando del célebre almirante Horatio Nelson, el San Juan recibió el fuego y la metralla de seis buques ingleses resistiendo hasta que la muerte del brigadier Cosme Damián Churruca obligó a la rendición del buque.

CANTABRIA (Municipios)

  Municipio Población  año A Alfoz de Lloredo 2.466 2022 Ampuero 4.384 2022 Anievas 267 2022 Arenas de Iguña 1.734 2022 Argoños 1.860 2023 A...